jueves, 1 de diciembre de 2011

Ignacio de Loyola





Nació en Guipúzcoa el año 1491 y murió en Roma en 1556. Fue el hijo menor de Don Beltrán, señor del Castillo de Loyola. Era de la nobleza vasca.

Durante la vida de Ignacio tuvieron lugar tres eventos importantes: la Reconquista española en 1492, la llegada a América de Cristóbal Colón en el mismo año y la Reforma protestante, iniciada en 1517 por Martín Lutero.

Ignacio sufrió una herida de guerra en 1521. Durante su convalecencia en el castillo familiar, leyó las historias de los santos. Tuvo una experiencia mística; tomando a la Virgen como dama, decidió convertirse en "soldado de Cristo".

Durante una estadía en Manresa, cerca de Barcelona, Loyola se entregó a la búsqueda por las experiencias místicas. Ayunó, se flageló y pasó siete horas al día en oración. Declaró haber tenido muchas experiencias místicas en este lugar, primordialmente visiones extáticas.

Escribió su libro Ejercicios Espirituales basado en sus experiencias; una lista de normas y reglas con el fin de llevar a una vida espiritual más profunda.

Quizás el mayor legado de Ignacio fue su fundación de la Sociedad de Jesús, también conocida como los jesuitas. Jesús declaró: Mi Reino no es de este mundo (Juan 18:36), dando a entender que no se establecería con armas humanas. Sin embargo, esto es lo que pretendían los jesuitas.

El concepto de la guerra espiritual que la Biblia defiende (por ejemplo, en Efesios 6:10-20) es distinta a la que practicaban Ignacio y sus seguidores. La Biblia declara que nuestra batalla no es contra carne ni sangre, y que nuestra armadura es espiritual; el movimiento fundado por Ignacio peleó con armas humanas para imponer el reino de Dios.

Mi opinión

He elegido este personaje de la iglesia por ser vasco, por lo tanto, algo cercano a nosotros, además de ser el fundador de una sociedad tan oída como son los jesuitas. Me ha llamado la atención el modo en el que empezó a orar y a ser seguidor de Jesús, y también sus múltiples experiencias místicas.

Lo que no encuentro muy coherente es ser tan seguidor de Jesús y orarle tanto y luego ir en contra de una cosa que dijo él.

Quería añadir también estas palabras suyas: “Para que tengamos todos la misma mente y estemos en conformidad con la Iglesia misma, si ella [la iglesia] haya definido como negro algo que nuestros ojos perciben como blanco, nosotros también debemos de pronunciarlo negro. Porque es necesario que creamos sin duda, que el espíritu de nuestro Señor Jesucristo y el Espíritu de la Iglesia Ortodoxa su Esposa, por cual Espíritu somos gobernados y dirigidos hacia la salvación, son un solo espíritu”.

Lo que me parece bien de su actitud es su fe plena, que cree en la Iglesia ciegamente. Me parece un hombre luchador, y estoy de acuerdo con estas últimas palabras suyas.

Alba Díaz de Sarralde.

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